El escritor marplatense Alfredo Ramón Fernández hace una lectura de Amores de lejos
Querido Eduardo:Leí tu novela AMORES DE LEJOS.
En realidad casi podría decir que la devoré...
Me atrae tu estilo cuidadoso y pulcro. Por eso digo que la devoré, ya que es un placer leer lo que escribis, como tus artículos sobre música en el Suplemento Cultural del Diario La Capital de Mar del Plata de los domingos (cuando tengo la posibilidad de leer el Suplemento, cosa que no sucede a menudo, pero puedo hacerlo por tus páginas web), como también algunos cuentos y relatos aparecidos en el mismo medio, tus poesías, etcétera...un estilo cuidado y representativo, y que sabe volar...
Volviendo a Amores de Lejos, sabés indagar en la profundidad de las cosas que decís, en el alma de los personajes, su naturaleza como seres reales -creo que algunos son seres reales, de carne y hueso y nervios, con nombres cambiados- , para hacerlos "criaturas de ficción", pero que en realidad "se ven" y "se palpan" como reales. Es un estilo muy vívido, que sabe repartir con eficiencia y credibilidad las situaciones que se suceden entre los personajes de la novela, la lucha permanente de Ainoha por mantenerse en su verdad -tan real, valga la redundancia- con ese "amor lejano" (Cuahtemoc), amor por "email, internet"...(y viceversa).
También la valoración expresiva de los lugares donde actúan los personajes, como Mar del Plata, México D.F., etc., y por supuesto, la música... Recuerdo que la Prof. Villarino mencionó en la presentación del libro que Amores de Lejos es una novela "sinfónico-epistolar"... Yo mencionaría -ampliando la referencia- que Amores de Lejos es una novela "musical-epistolar-multitemporal", dada la importancia que tiene el cambio de tiempos para atrás, para adelante, para más atrás, para adelante, para más y más atrás, o para más adelante, y así sucesivamente, dando una acentuada carga dramática al entramado y desarrollo de los personajes en sus realidades, tiempos y "destiempos". (Y la posiblidad de hacer la "reversa temporal" entre ellos dos...).
Así lográs darle a la novela un permanente aliento de ímpetu e interés, de verdadero valor, siempre manteniendo la ternura interior de los personajes centrales Ainoha (su calor humano tan bien expuesto y detallado) y Cuahtemoc (un hombre más calculador, pero con sus momentos de ternura y expresividad).
También los títulos de cada capítulo (con fuertes referencias musicales) como las citas de otros escritores al comienzo de cada uno (como si fueran "Preludios Musicales en prosa") nos brindan una orientación sintética y de valor al contenido de lo que "va a suceder, lo que va a venir, o que ya fue", según la lectura que hagamos de la obra en sus tiempos móviles.
Amores de Lejos es una novela que desde su mismo origen corre con ventaja: cada vez que le damos lectura, descubrimos otros aspectos, nuevas situaciones y valores semánticos trascendentes en sus continentes personales, como que irradian un halo más allá de lo real en la verdad de cada uno (me refiero a Ainoha y Cuahtemoc), transformádose en prototipos, sí prototipos -marplatense y mexicano- de la búsqueda de la verdad, con la lucha contingente contra la avaricia de los personajes de los ámbitos judiciales (por ejemplo), para trascender"se" por "sí-misma" (y su lucha), para acceder al amor "de-cerca" (concreto, posible, verdadero, real y realizador).
Tendría que hacerte las citas de todo lo que menciono, ya que lo dicho suena más general sin las mismas, pero vale por si.
También lo que podría llamar "los espacios en blanco, las entrelíneas del texto", en lo que sugieren como continuidad de esa realidad "virtual" o de "verdad" entre todos los personajes primarios (o secundarios, tan reales también, sin fisuras).
Da para seguir mucho más... Gracias Eduardo, gracias de vuelta.
Atrapante. Mi cálido elogio a tan buenísima obra.
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