viernes, 30 de septiembre de 2022

Ensayo sobre la novela Patria, de Fernando Aramburu


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Ensayo sobre la novela Patria de Fernando Aramburu

Editado como parte de la colección sobre Teoría y Crítica de la Editorial Biblos, La metáfora del pájaro pintado (Patria de Fernando Aramburu, un ensayo de análisis estructural)  aborda el estudio de la novela de referencia a partir de la forma en la cual fue concebida y escrita.

Dicha novela se refiere, desde una perspectiva intimista, a la violencia de la agrupación terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna: Patria vasca y libertad) a partir de la historia de los personajes de dos familias: la de la víctima y la del terrorista que interviene en el atentado, que es el centro de la novela; ambas familias estuvieron vinculadas por una larga amistad. 

Dos cosas me movieron a escribir el ensayo: la empatía con la víctima y la disposición de determinados elementos narrativos de la novela en la miniserie. De hecho, esto último fue lo que disparó la escritura.

 

Forma y contenido

La novela guarda una relación muy estrecha entre la estructura formal  elegida y aquello que cuenta y, en este equilibrio, cada imagen, cada hecho y cada personaje forman parte de un mecanismo que hace que el tema central no pueda ser abordado, con efectividad,  de otro modo.

En este mecanismo –cuya finalidad es plantear la dimensión del dolor que los 52 años de actividad de ETA, con sus 864 asesinatos significaron en el tejido social- es posible distinguir un marco y distintas piezas que funcionan con el fin de que dicho mecanismo pueda plasmar su propósito, cosa que no podría lograr prescindiendo de alguna de esas piezas; sin embargo, el mecanismo permite disponerlas con algunas variantes.

Forma y contenido se encuentran una en función del otro y el ensayo enumera los recursos y la forma en que trabajan en la escritura.

 

El análisis estructural

Es posible distinguir en el texto dos caminos (o partidas, como les llama Claude Levi Strauss): uno de ida y otro de regreso. El primero, por medio del acoso, el control social y la traición, lleva al atentado y a la muerte del Txato. El segundo consiste en el regreso de Bittori, su esposa, al pueblo, con el propósito de averiguar quién lo asesino, saber si Joxe Mari, hijo de un amigo de la familia y miembro de ETA que participó en ese atentado, fue quien disparó y luego que le pida perdón.

Ello coincide con la forma del cuento tradicional, según lo analiza Claude Levi Strauss (La lectura y la forma: reflexiones sobre la obra de Vladimir Propp), donde a la acción ejecutada por parte del traidor, sucede el exilio y el regreso a fin de, mediante el aporte de ayudantes del héroe, sea posible volver al equilibrio perdido.

Hay además otra variedad de elementos: la disposición de la acción mediante núcleos principales, momentos retardatarios, indicios que plantean una intriga, así como otros, que cambian de la novela a la miniserie.

Dos son las metáforas principales planteadas en la novela: la del encierro y la de la libertad. La primera es la predominante: los personajes son cautivos de la lógica de un mundo regido por la imposibilidad, la amenaza y la violencia. Otros pugnan por un espacio de libertad, una que consiste en pequeños actos de resistencia, en el esfuerzo por salir del mundo narrado y el de ayudar.

Este punto de vista hace a la clasificación de los personajes en recluidos, encerrados, y libres. Los primeros son los que no conciben un mundo sujeto a otros valores que no sean los suyos y sostienen un pensamiento único y violento. Los encerrados son aquellos capaces de una apertura que el entorno no les permite concretar y se subdividen en los interiormente libres (que no renuncian a sus convicciones y establecen un mecanismo de resistencia sin posibilidad de triunfar) y aquellos otros que, que pese a no renunciar a sus convicciones son incapaces de asumir una actitud de resistencia.

La lluvia es uno de los símbolos centrales, tanto de la novela como de la miniserie: el Txato es asesinado un día de lluvia, de esos que “borran los contornos de las cosas y hacen que sea lo mismo la mañana que la tarde”; ese  núcleo central de la novela –el asesinato- es narrado desde varias perspectivas a lo largo tanto de la versión literaria como de la miniserie, con lo cual la lluvia se establece como una atmósfera opresiva que marca fuertemente la obra y ante la cual el auspicio de un día soleado –con su sensación implícita de energía y optimismo- es excepcional.

Arantxa, uno de los personajes –un personaje encerrado interiormente libre, es decir, que obedece a sus propias convicciones pero no puede salir del mundo narrado- es hermana del Joxe Mari, el terrorista. Sufre un violento ictus que paraliza prácticamente todo su cuerpo y sólo puede comunicarse tecleando con un dedo mensajes en el teclado de un dispositivo con pantalla. Sin embargo, desde su inmovilidad mueve los hilos de la narración y persuade a su hermano de que pida perdón a Bittori, con lo cual la novela se encamina a un cierre.

En el texto se hace un paralelo entre Arantxa y Tiresias, el personaje de Edipo Rey, de Sófocles –el ensayo de refiere, en forma recurrente, a aspectos de la influencia de la cultura griega en la literatura- : Tiresias es ciego, está sumergido en la noche, a la inversa de Apolo, que lo está en el sol, pero es el único capaz de discernir el enigma. Arantxa vive en la inmovilidad, origina sin poder desplazarse y persuade sin poder hablar. Tiresias es ciego pero desde la sombra de su ceguera es capaz de ver la realidad de las cosas y le dice a Edipo “Fuiste tú quien mató a Layo”; lo mismo que Arantxa, que siendo rechazada por su marido y sometida a la inmovilidad, es capaz de actuar más allá de ese mundo cerrado por la lluvia que es el de la acción y del cual parece imposible alejarse. Arantxa es el reverso de Joxe Mari, que vive en la sombra hasta recibir el pedido-mensaje que dese la luz le manda la mujer que vive la vida “oscura”, la que fue desechada, la que quedó inmóvil pero puede adivinar y actuar.

Aspectos como este nos hacen reflexionar acerca de que la cultura griega y el relato tradicional son los que establecen las formas más efectivas para contar lo que Aristóteles llama la fábula.

Cada unidad de la narración  lleva sensaciones y significados; ello trabaja permanentemente en el texto, particularmente aquellas que, en el recuerdo de Joxe Mari en prisión van imponiendo la nostalgia a la justificación de la lucha.

La narración, postula el estructuralismo, trabaja en un sentido horizontal: al contar la historia y pasar de uno de sus núcleos a otro, y vertical porque trabaja sobre los niveles de la historia y pasa de un plano a otro, del camino de ida al de vuelta a partir de aquello que impulsa la narración: necesidad de romper el encierro, volver y saber la verdad.

En este proceso, el narrador lleva a cabo operaciones evidentes y otras que no lo son; en gran parte de los pasajes cede la función de llevar la historia y deja dialogar a los personajes, en otras los muestra desde afuera o bien nos permite acceder a lo que piensan. El narrador es como una ventana que se nos concede hacia la intimidad del dolor, del odio y de los hechos trágicos y pone en un marco determinados diálogos y les da un significado.   

 

Las marcas

El “relato de ida” transcurre en el pasado, en la década de los 80 o 90 y “el de vuelta” luego de 2011. En esta organización, la trama de la novela alterna ambos relatos y ambos tiempos –pasado y presente de la narración- . El argumento es aquello de lo que trata una novela y la trama la forma en que los elementos del argumento son organizados. El tiempo es central en esta organización.

En el juego entre los dos planes temporales –el asesinato del Txato, hecho del cual no hay una marca temporal precisa- y el cese de la actividad criminal de ETA (2011) se muestran que la lógica de la violencia que regía en una primera partida ya no es un modo de vida en la segunda, que, como visión del mundo “ha caducado” y ya no se puede sostener.

Lo que el planteo temporal toma como centro, en la segunda partida, es el dolor de quienes sobreviven y han sido marcados para siempre por un asesinato que terminó por convertirse en el eje de sus vidas. A partir del significante dolor surge otra idea del tiempo: que el de los familiares del asesinado se mide en “antes de” o “después de”, también –en relatos como los del libro Los peces de la amargura- el de los heridos a consecuencia de los atentados.

 

La lucha entre el bien y el mal

La novela aborda la violencia de ETA y también alude a la represión ilegal de su actividad.

No obstante, es lucha entre el bien y el mal,  expresado en términos de la muerte de un inocente,  el valor central que impulsa la narración y que involucra a otras cuestiones, como las de la represión ilegal. El tema tradicional (la lucha entre el bien y el mal) envuelve a cuestiones actuales: el terrorismo y su represión.

El capítulo final del ensayo establece un paralelismo entre la víctima señalada para el atentado –que con el aislamiento que sucede apenas es marcada como tal, sufre una verdadera muerte anticipada- con las etapas del genocidio, según las enumera Daniel Feierstein en su extenso estudio El genocidio como práctica social.

El control social, entendido como los mecanismos de presión o coacción para inducir a la conformidad con un estado de cosas, aunque sea injusto, es central en el proceso de señalar a la víctima, aislarla y aislar a su familia.

Si bien podemos ubicar el control social  con mayor intensidad en algunos de los personajes, se encuentra diseminado en toda la comunidad, sometida por la violencia.

 Apenas aparecen pintadas señalando al Txato todo el pueblo los desprecia a él y a su familia y les hacen el vacío a él y su familia; a partir de ese momento quedan aislados. Se produce la ruptura absoluta de la solidaridad.

Feierstein distingue varias etapas a lo largo del proceso del genocidio: la primera es la construcción de una otredad negativa, otra es hostigamiento, que dan por resultado la anulación de todo vínculo social y del para sí del sujeto, convertido en un en sí. En la novela Patria todos dejan de saludarlos y hablarles al Txato y Bittori, que deben hacer sus compras fuera del pueblo y viven encerrados.

Otra de las etapas señaladas por Feierstein es el aislamiento simbólico –“en este mismo momento no hay nadie en el pueblo que mueva un dedo por él”- y otra la del aniquilamiento material que en la novela se traduce primero por no sepultar al Txato en el cementerio de su pueblo y el evitar cualquier marca que lo identifique como un asesinado por la ETA. Bittori dice “más que enterrarlo parece que lo estamos escondiendo”.

En la novela El pájaro pintado de Jerzy Kosinski, el personaje del cazador se interna en el bosque con un pájaro que lleva aprisionado y al cual pinta con colores vivos; aguarda entonces la aparición de la bandada. Cuando ello se produce, el pájaro pintado comienza a cantar llamando a los demás y entonces el cazador lo suelta y vuela, feliz y libre, al encuentro de los otros, que al verlo diferente lo rechazan. El pájaro pintado insiste en entrar a la bandada pero cuánto más lo hace es más violentamente rechazado, hasta que la bandada termina matándolo y cae al suelo, “casi siempre sin ojos”.

Del mismo modo, el Txato intenta convencerse de que su procedencia euskalduna, el hecho de que su padre haya resultado seriamente herido peleando por el país vasco durante la guerra civil y permanecido tres años en la cárcel, harán que sea finalmente reconocido como uno más y que quienes lo amenazan se den cuenta de que él es uno de ellos y de que no se puede pretender liberar al país vasco matando a vascos, así como que los demás dirán “cuidado con éste, que es uno de los nuestros”. Pero el nosotros ya no existe, ha sido anulado en la etapa de establecimiento de la “otredad negativa” y el amenazado y los suyos están absolutamente solos, sin que la estructura social que era su vida vuelva a admitirlos de ningún modo, porque estaría ella misma en riesgo.

En esta ruptura, donde gobierna el miedo, cada uno se vuelve hacia así y se rompe el todo vínculo solidario.

 

Un modo de abordaje

Al comenzar mi trabajo escribí tres veces al autor, a través de la editorial Tusquets, porque me interesaba conocer los factores que habían gravitado en las decisiones estilísticas de la obra. Lamentablemente no obtuve ninguna respuesta, ni del autor ni de la editorial, lo cual es una pérdida bastante sustancial para el trabajo y una prueba de que la producción de la industria cultural no se vincula con la de los escritores independientes, cuya existencia la industria cultural es incapaz siquiera de percibir.

Patria es una novela eficaz para el propósito que motivó su escritura, aunque no sea una gran novela como El señor de las moscas o Espartaco –por citar dos ejemplos- y en ella confluyen la actividad de leer con la de Leer. Una es el reconocimiento de la historia en el plano de los simples hechos y la otra la de la literatura como una experiencia capaz de ir más allá de tales hechos y  suscitar una reflexión más profunda.

El análisis estructural es de utilidad en esta obra y no lo es en otras donde el plano del lenguaje es el central. Tal paradigma puede dar cuenta de una escritura pero no de una obra de arte porque la escritura puede ser asimilada a algo mientras que la obra de arte crea sus propios modos de acceder a ella.

Sin embargo el propósito de su escritura ha sido cumplido: Patria pudo hacer evidente una etapa histórica, desnudar sus motivaciones y convertirla en doloroso pasado enfocándose no en las “razones” de la violencia sino en el dolor de las víctimas.

 

Eduardo Balestena

sábado, 10 de septiembre de 2022

Las llaves de ese secreto - Comienzo


 A modo de introducción

Esta novela es en gran medida una versión libre y ficcional

del volumen El secreto final de Pearl Harbor (La contribución

de Washington al ataque japonés) del contralmirante Robert

Theobald (Círculo Militar-Biblioteca del Oficial, Buenos Aires,

1954); obra original en inglés: “The Final Secret of Pearl

Harbor” (Devin–Adair, Company, Nueva York, abril de 1954).

Las libertades que me tomé acerca de algunas circunstancias

referidas a las personas mencionadas en el texto son varias con

respecto a la historia original, pero ésta no ha sido alterada en

absoluto.

La mayor parte de la información referida en el texto proviene

de dicha investigación. Otra de las fuentes es mi artículo: “A

ochenta años del ataque a Pearl Harbor” (Reviste Élite, México,

diciembre 1, 2021 y sus citas).

La postura revisionista sobre la responsabilidad del presidente

Roosevelt y de su gobierno en el ataque japonés a la base de

Pearl Harbor, Honolulu y los campos aéreos subsidiarios de

la isla Oahu el 7 de diciembre de 1941 ha sido ignorada (una

prueba de ello es que resulta casi imposible contar con el poco

material editado al respecto). No obstante, los elementos de la

historia oficial no son suficientes para explicar los hechos si no

se incluyen aquellos otros que provienen de tal postura revisionista.

Una “verdad” se consolida a punto tal que es aceptada

no obstante no reflejar la verdad.

A pesar de aquello de lo que se nutre de manera más inmediata

toda novela es un mundo y contiene otros elementos.

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Hay hechos inabarcables pero hay otros inesperados pero

abarcables y el juego dirá cuáles habrán de prevalecer.

Lo mismo que la vida, una novela no está formada por una

sola historia.

9

Índice

I. Otoño en Nueva Inglaterra

(Provincetown, octubre de 1970)............................................ 11

II. Una llamada inesperada

(California, 17 de diciembre de 1941).................................... 13

III. Un largo vuelo

(San Diego-Washington, 17 de diciembre de 1941)............. 19

IV. La Comisión Presidencial

(Washington, 18 de diciembre de 1941) ................................ 21

V. La cena con Frank Knox

(Washington, 18 de diciembre de 1941)................................. 27

VI. Tarde en Provincetown

(octubre, 1970)........................................................................... 35

VII. El viaje a la isla Oahu

(Washington-Oahu 20/21 de diciembre de 1941)................. 37

VIII. Conjeturas

(Oahu-Washington, diciembre de 1941)................................ 55

IX. Un capítulo se cierra

(Washington, enero de 1942)................................................... 61

X. Lizzie

(Provincetown, octubre 1970)................................................. 69

XI. ¡Tora!, ¡Tora!, ¡Tora!

(Provincetown, octubre 1970)................................................. 73

10

XII. Mitsuo Fuchida

(septiembre/diciembre de 1941).............................................. 83

XIII. El interés de Tokio por conocer la ubicación exacta

de los buques en Pearl Harbor

(Washington, Departamento de Marina, octubre,

noviembre y diciembre de 1941) ............................................ 89

XIV. Cielo despejado

(Oahu, 7 de diciembre de 1941).............................................. 95

XIV. Palabras no dichas

(Provincetown, octubre de 1970)............................................ 97

XV. Daily News

(Washington, mayo de 1951)................................................... 103

XVI. El “Código de los Vientos”

(Provincetown, octubre 1970)................................................. 113

XVII. El viaje de regreso

(Washington, California, mayo de 1951)....................................121

XVIII. El ataque

(Oahu, 7 de diciembre de 1941)...................................................145

XIX. Tarde de sábado

(San Diego, mayo de 1951)...........................................................153

XX. Un sabot con las cartas

(Provincetown, octubre de 1970).................................................169

Apostilla: en el centro de una novela...................................... 181

11

I.

Otoño en Nueva Inglaterra

(Provincetown, octubre de 1970)

—Sé cómo afectó tu vida pero nunca me contaste cómo

empezó todo.

La miré fingiendo pensar en algo muy serio, hondo y profundo

–acorde con la inminente revelación— pero solo me proponía

contemplarla antes de contestarle, porque la respuesta iba a ser

larga, en muchas partes, con muchas pausas.

Ella a su vez me miró con sus ojos verdes, extraordinariamente

profundos que eran tan diferentes a toda aquella otra oscuridad

que yo tenía para contarle, ahora que nos encontrábamos

finalmente solos. Estaba interesada en lo que iba a decirle y ese

gesto la embellecía todavía más. Sentía que por ese momento

era nada más que para mí, porque solo estaba atenta a mis

palabras.

Su cabello negro y ondeado era como un mar en la noche, meciéndose

pausadamente, en una cadencia solo de ella.

La boca roja y diminuta se contraía levemente y sus manos se

extendieron hacia el manillar del sillón mientras se incorporaba,

expectante, irguiendo su espalda, abriendo levemente su

boca y haciendo sus ojos aun más profundos.

Fuera, los tonos rojizos, ocres y tornadizos de las hojas de los

árboles en el otoño de Nueva Inglaterra se abrían plácidamente.

Por un momento mis ojos se detuvieron en el Ford Gran Torino

en el camino de entrada al garaje de la casa y recordé, en

12

idéntico lugar pero en nuestra casa de California aquel Packard

Club Coupe que tenía aquella mañana del 17 de diciembre

de 1941 en que el teléfono sonó.

—Te contaré como fue.