viernes, 12 de diciembre de 2025

Sur profundo: una investigación de riesgo


 
                    

Las luchas por los derechos civiles de las personas de color durante los años 60 en Estados Unidos fueron encabezadas por activistas que las llevaron a cabo, en un gran número de casos, al precio de su integridad personal y de sus propias vidas, pero también tuvieron una sólida base teórica que hizo posible sostener tales luchas y abrir el camino del reconocimiento de los derechos civiles de esa población.

            Acaso el aporte de mayor peso haya sido el extenso estudio de terreno que, bajo el título Sur Profundo (Deep South), llevaron a cabo Elizabeth y Allison Davies, junto con Mary y Burleigh Gardner en Natchez, Misisipi.

            Allison Davies era el director del proyecto: el ser testigos, él y su esposa, de episodios como la quema de libros en Berlín –de donde debieron irse, interrumpiendo sus estudios, ya que no era un lugar seguro- y del odio que imperaba en la época del ascenso de Hitler al poder, decidieron al antropólogo y a su esposa a estudiar las raíces del mal. Eligieron como campo de estudio el sur de Estados Unidos.

Isabel Wilkerson comenta en su libro Castas, el origen de lo que nos divide, una foto que muestra el recibimiento de Hitler en Berlín luego de la rendición de Francia: la multitud enfervorizada festeja la caída y ocupación de un país libre, la muerte de ciudadanos inocentes y la más pura violencia asesina. La multitud está formada por madres y padres de familia, jóvenes, ancianos, muchos de ellos serían buenas personas y quienes eran niños entonces posiblemente vivan todavía, o hayan vivido hasta hace poco; nadie parece haberse quedado afuera de la celebración de la muerte y del mal. No dirían cosas como “en algo andarían” o “los argentinos somos derechos y humanos” pero corean enfervorizadas exclamaciones.

Señala el gran jurista Carlos Nino en Juicio al mal absoluto (pág.25) que en 1948, conocidos ya los crímenes juzgados en el Juicio de Nuremberg y el genocidio de los campos de confinamiento y exterminio, el 55,5 % de la población alemana era de la opinión de que el nazismo había sido una buena idea mal implementada.

La naturaleza del mal parece inexplicable y sus manifestaciones operan como siniestros tentáculos. La dictadura argentina no habría sido posible sin el apoyo ciudadano y, muy posiblemente, luego del Nunca más, y del Juicio a los Comandantes Militares  (al cual le dediqué el extenso trabajo El Juicio a los Comandantes, 1985-2025. Marco histórico, aspectos jurídicos, mecanismo, importancia, publicado en Academia.edu) haya habido muchos que deben haber pensado que la dictadura fue una buena idea mal implementada.

¿Cómo explicar entonces el mal en estado puro?: entendiendo de qué modo funciona, argumentó Allison Davies.

 

En el corazón de las leyes Jim Crow

Jim Crow era un personaje de minstrel una especie de vaudeville con fuertes estereotipos raciales que era un entretenimiento masivo entre los siglos XIX y comienzos del XX; dio su nombre a la política y las normas represivas contra las personas de color en el sur de los Estados Unidos.

Para el otoño de 1933, el momento en que Elizabeth y su esposo Allison Davies llegaron a Natchez, Misisipi, había un linchamiento cada cuatro días. Los linchamientos eran celebraciones populares y las causas para llevarlos a cabo eran “faltas” mínimas como no responder o responder o decir “sí” en lugar de “sí señor”.

La división de castas era tan cerrada que las castas subordinadas debían cuidar de no violar sus límites, no destacar por encima de los blancos y guardar celosamente el lugar que se les adjudicaba.

Establecer allí a una pareja de destacados antropólogos de color con estudios en el extranjero no era una tarea nada fácil. El precio de una investigación genuina en el propio corazón del sistema de castas implicaba un riesgo de vida.

¿Cómo hacer?

El antropólogo y sociólogo W. Lloyd Warner, de la Universidad de Harvard, advirtió al equipo acerca de los riesgos del proyecto y fue a Natchez a preparar el terreno antes de la llegada de los antropólogos. Exploró y estudió la zona, se entrevistó con el alcalde, con los editores de los periódicos locales y con el sheriff. A todos les dijo algo que no era del todo cierto pero que tampoco era del todo falso: el propósito del equipo de antropólogos era llevar a cabo un estudio comparativo entre una población del sur y otra del norte; explicó que había completado una investigación tomando como lugar de análisis Newburyport, Massachusetts y que la comparación habría de serle útil. Como dice Lampedusa en una parte de Il Gattopardo: “la mentira coló sin dificultad” y el argumento, al menos transitoriamente, convenció a todos aquellos con los que se entrevistó, pero no debe haber estado seguro de que fuera posible sostenerlo en el tiempo. 

W. Lloyd Warner no podía dejar al equipo librado a su propia suerte y de allí en más, habría de seguir con mucho cuidado el aspecto de la seguridad de los investigadores.

            Al llegar a Natchez habrían abandonado el mundo conocido para adentrarse en un territorio donde todo era peligro: la novedad de investigación era tal al precio del sacrificio personal de quienes la llevarían a cabo.

 

 

A ambos lados de la división de castas

Burleigh y Mary Gardner, el resto del equipo, también antropólogos de la Universidad de Harvard, ya estaban en Natchez a la llegada de los Davies: “La misión era silenciosamente revolucionaria. Iban a integrarse en una aislada y cerrada ciudad sureña a ambos lados de la división de castas. Procedentes del norte, ninguna de las dos parejas sabía bien en qué se estaba metiendo.” (Wilkerson, ob.cit., pág. 274).

Cada pareja del grupo debería infiltrarse en “los mundos negro y blanco” (Wilkerson, pág.274) del sistema de castas.

Mary y Burleigh Gardner pudieron entrevistarse con los funcionarios de Natchez que, entusiasmados con el proyecto, les contaron la historia de la ciudad, Mary Gardner asumió la tarea de asistencia social del Gobierno en un programa del New Deal (la política implementada por el Gobierno ante la gran depresión), lo que le permitió entrevistar a los pobladores blancos; un trabajo así era impensable para Elizabeth Davies, por ser una persona de color.

Los Gardner fueron a vivir en una casa de campo en la cual los Davies hubieran sido fácil –y peligrosamente- visibles. Toda interacción entre ellos era imposible  por el rígido sistema de división de castas, que no permitía que los blancos se relacionaran con los negros.

Lo mismo que en el libro Los Anarquistas expropiadores, de Osvaldo Bayer, al narrar la fuga de la cárcel de Punta Carretas en la cual el matrimonio que fue parte de la trama del golpe puso una carbonería (El buen trato) y alternó con la población del lugar, que no sospechaba nada de las verdaderas intenciones, los Gardner comenzaron a vincularse con gente de la ciudad y hacerse conocidos y respetados, como para ahuyentar cualquier sospecha.

Con los Davies el problema del alojamiento y las vinculaciones fue mucho más complicado: no había una manera fácil de justificar la presencia de un matrimonio de color con las calificaciones intelectuales y el refinado aspecto de los Davies. La solución fue muy creíble e inocua a la vez: actuarían como estudiosos de la iglesia y de la religiosidad negra. Sin embargo, ello los confinaría al nivel más alto de la casta de las personas de color y a ellos les interesaba recopilar las historias del nivel más bajo. Para conseguir la narración de las historias de la base de la casta decidieron contratar a St. Claire Drake, un alumno de Allison Davies quien en un primer momento no quiso formar parte del proyecto, ya que unos años antes, nueve jóvenes negros (los Scottboro Boys) habían sido encarcelados imputados de atacar a dos mujeres blancas que luego se desdijeron.  

  Ante la necesidad de ver cómo funcionaba el sistema de castas, Drake finalmente aceptó y trató asiduamente con aparceros y criadas de la clase más baja la casta negra de Natchez. Con el tiempo Drake se convertiría en un importante investigador y su trabajo de terreno, en Deep South, fue nodal.

El problema más grande seguía siendo el alojamiento de los Davies en un lugar donde la mayor parte de la población de color estaba formada por aparceros que vivían en los campos. La solución del problema fue alquilar habitaciones en la casa de un médico de color.

 

Cada uno a su personaje

Las vidas de todos los miembros del equipo dependían de su obediencia a las reglas del sistema de castas, lo cual bastó para comprobar los estrechos límites que la convivencia les marcaba a las diferentes clases: “Era peligroso salirse de sus personajes, era peligroso para la pareja blanca que los vieran confraternizando con los Davies, con los que, en ese mundo, la casta dominante tendría un contacto mínimo” (Wilkerson., ob. cit., pág. 277)

La película Origen muestra algunos encuentros casuales en una tienda del pueblo, donde debían fingir no conocerse.

Allison Davies, aunque era el director del proyecto, fingió trabajar para Burleigh Gardner, lo cual era aceptable. El mayor problema lo representaban las reuniones que forzosamente debían llevar a cabo para estructurar las distintas partes del proyecto y hacerlo avanzar. No podían visitarse en sus casas ni mucho menos encontrarse en un lugar visible.

El único modo que hallaron para zanjar el problema, pese al riesgo que implicaba, era comunicarse telefónicamente, fijar un lugar apartado para que los Gardner recogieran a los Davies y dirigirse en auto a un sitio lo más oculto posible, donde poder compaginar el material que cada uno de ellos y Drake habían recogido y hacer avanzar el proyecto.

Fue muy conmocionante para ellos la circunstancia de que, pese al secreto con el que se manejaban, el jefe de policía y el sheriff no solamente se encontraran enterados de esas reuniones sino que estuvieran siguiéndolos cuando las llevaban a cabo, alegando que los vigilaban por sentirse obligados a protegerlos.

El argumento inicial de W. Lloyd Warner no solamente estaba siendo puesto en peligro sino que no se sabía en calidad de qué eran seguidos: de allí a que el Sheriff se incautase del material –y averiguara la verdadera naturaleza del proyecto- podía haber solamente un paso.

Para proteger la investigación hacían envíos frecuentes de los avances del texto, lo que presentaba otro problema: que un hombre de color enviara correspondencia asiduamente podría despertar las sospechas del empleado blando del correo.

En una escena de la película Origen los antropólogos se encuentran trabajando en el auto y señalan que no sabían cuánto más podrían sostener su estadía allí, ya que a los Gardner se los había invitado a presenciar un linchamiento y a Burleigh le habían hecho un comentario acerca de que Allison no debería poder caminar por las mismas calles que los blancos.

Sin embargo, aun en condiciones cada vez peores, siguieron. Eran los tiempos de la gran depresión y los Davies se quedaron sin recursos. Allison Davies se vio forzado a sobrecargarse de horas de clase como profesor de la Universidad Dillard, una institución negra tradicional y como tal infrafinanciada- Semejante carga gravitó en contra del avance del proyecto, que se demoraba más y más. 

Sin embargo, otros contratiempos estaban por sobrevenir.

 

Los investigadores blancos 

El equipo dirigido por Davies, integrado por blancos y negros, pasó años en el corazón del sur profundo, sometido a las leyes Jim Crow y a un despiadado control social, pero a partir de 1932/34 dos investigadores de Yale, John Dolland y Hortense Powdermaker, pasaron varios meses estudiando el sistema de castas, cada uno con su proyecto y, si bien reconocieron que el trabajo del equipo de Davies era más exhaustivo, sus libros –publicados mientras los Davies y los Gardner, enfrentando toda clase de dificultades,  estaban todavía en la etapa de análisis de datos- fueron tomados como los primeros en abordar el tema y se llevaron todo el crédito, a grado tal que Sur profundo, un extenso libro de 538 páginas, publicado recién en 1941, cuando Estados Unidos estaba por entrar a la Segunda Guerra Mundial, solo figuró, en 2004, en una publicación especializada, como una nota al pie de página mientras que los trabajos de Dolland y Powdermaker fueron tomados como obras referenciales.

La publicación de Sur profundo se vio asimismo demorada por críticas del investigador de color Charles Johnson –que no se hubiera atrevido a hacer blanco de objeciones al trabajo de los investigadores blancos- que obligaron a una revisión completa de la obra. El principal punto que cuestionaba era la comparación de las castas en Estados Unidos con las de la India. Los Davies y los Gardner nunca asimilaron una a otra: mientras en las de la India hay un sentido religioso y heredado, así como aceptación del sistema en gran parte de las castas más bajas, en Estados Unidos fue posible luchar en el plano de lo jurídico en busca de lograr el reconocimiento de nuevos derechos y una vida menos desigualitaria.

Allison Davies obtendría luego un doctorado en la Universidad de Chicago, convirtiéndose en el primer profesor de color de esa tradicional institución. Aun así, durante un tiempo se le negó el acceso al comedor de los profesores y se discutió si debía dar clase a estudiantes blancos.

Uno de los alumnos de Allison Davies fue el Dr. Martin Luther King Jr., quien encontró en Sur profundo la inspiración para su lucha en favor de los derechos civiles.

El equipo dirigido por Allison Davies lo dio literalmente todo por su investigación. La asumió hasta las últimas consecuencias. Los miembros del equipo vivieron en peligro, trabajaron en condiciones extremadamente dificultosas y luego sufrieron la postergación del mundo académico, pero llevaron a cabo su labor con una entrega y honestidad intelectual absolutas, sin dejarse influenciar por las condiciones en las que debieron trabajar.

Martin Luther King no era un simple activista sino un luchador de una sólida formación intelectual que encontró en Sur profundo una inspiración, una guía y una herramienta.

 

 

 

Eduardo Balestena