La Patagonia Rebelde: una historia inconclusa
Al
final de mi primer encuentro con Héctor Olivera le comenté que tenía la
intención de ir en moto en busca de escenarios de las huelgas rurales
patagónicas (La Patagonia Rebelde
había sido el motivo central de nuestras dos horas de charla).
No
podía imaginar que al cumplir aquel deseo la impresión que habría de recibir
modificaría totalmente la visión que tenía del tema.
El gran propósito
En
Sierra Grande, bajo un viento helado, nos encontramos algunos de esa suerte de
cofradía cuyos miembros nos reconocemos y saludamos, cada uno en su idioma, que
somos los viajeros en motocicleta. Ateridos de frío, golpeados por el viento
patagónico, bajo capas de prendas, Javier me dice que viene desde Colombia y
que se propone lograr material para su tesis de maestría en Ciencias de la
Comunicación, dialogando con educadores de los países que atraviesa: “No viajo
desde tan lejos en la moto solo para tomar la foto” dice y convenimos en que en
un viaje se trata de salir de nosotros y descubrir algo, en el desconocido
mundo y en la aventura, que tiene que ver con nuestro interior más profundo y
que ese propósito es irrenunciable.
Varado
en Comodoro Rivadavia un día más del programado debido al fuerte viento, la
noche antes de salir con rumbo a Cañadón León, hoy Gregores, escuché una
versión de la Sinfonía Alpina de
Richard Strauss en la cual, en pausas de la música, un hombre decía un poema.
El ascenso a la montaña, la tormenta, el descenso, la lucha contra los
elementos y la incertidumbre son un símbolo de la vida y de la necesidad de
llevar a cabo un propósito que solo se logra de ese modo. Los grandes
propósitos no parecen nunca fáciles, quizás sea el riesgo lo que los hace
grandes.
Vemos
la cima, dice el poema, y parece estar cerca pero la impresión era falsa y está
más lejos de lo que suponíamos. Nuestras sensaciones nos engañan y pensamos que
no hay otra certeza que la de avanzar sin detenerse. Cuando sobreviene la
tormenta es imposible ver nada y sentimos que el viento puede arrastrarnos y habremos
de estar perdidos. La vida es la búsqueda de un sentido y a la vez de una
referencia y de algo a lo que poder asirse para resistir.
Hice
doscientos kilómetros bajo la lluvia y más adelante atravesé nubes con nevisca
y me interrogué acerca de qué era realmente lo que me había hecho ir allí;
pensé en qué estaba haciendo en ese lugar, qué era lo que efectivamente buscaba
y si estaría equivocado en mi búsqueda, pero la certeza que tengo ahora es hija
de aquellas dudas. Llegar a la cima no nos da la felicidad, agrega el poema.
Nos empeñamos en sobrevivir, en hacer las acciones necesarias y hacerlas bien:
mantenernos en el camino, ser conscientes de los riesgos y de los hallazgos, y
de pronto la felicidad viene sola, inesperadamente. Al final, cuando
regresamos, somos otros, estamos colmados y somos acaso más sabios porque hemos
aprendido más.
Como
dice Javier, no voy solo por la foto.
Bety Martínez
La
ruta de Demarcación de la Huelga de 1921 es la organización desde 1988 se viene
trabajando en el hallazgo y la delimitación de los sitios en los cuales, a lo
largo de unos dos mil kilómetros, en lugares dispersos, en grandes estancias,
en rincones alejados hubo fusilamientos.
El
de las Huelgas Rurales de 1920/1921 es un tema muy amplio y que tiene muchos
aspectos, porque además de la exigencia de condiciones humanas de trabajo y de
su cumplimiento, hubo factores políticos, sindicales, ideológicos y fuertes
intereses que definieron el curso de acción que el gobierno seguiría.
Muchos
de los lugares donde el ejército fusiló se encontraban –y encuentran- en
estancias privadas y aun hoy suelen no ser accesibles o serlo con muchas
limitaciones.
La Ley
Provincial 3652, de 2009, convierte a la ruta de las huelgas en un circuito
histórico y cultural, que se va ampliando
abriendo a medida que se van sumando las localidades. Las huelgas son un
inmenso rompecabezas, un infinito cruce de nombres y lugares.
De
los varios recorridos posibles decidí comenzar por el más cercano: el de
Gobernador Gregores, el cenotafio, Cañadón de los Muertos y Estancia Bella
Vista.
En
el pueblo visitamos la primera herrería, construida con latas de nafta, donde
comenzó a trabajar Facón Grande, que terminaría liderando el grupo del norte de
la provincia, y cruzamos el Río Chico, frontera que separó a los huelguistas
del ejército.
Cuando,
a la petición de cumplir el convenio rural logrado el año anterior (y
homologado por el Ministerio de Trabajo) por parte del grupo de Ramón Outerello,
dirigente de Puerto Santa Cruz que había tomado Paso Ibáñez, Varela responde
con un Bando Militar y exige la rendición incondicional a los huelguistas, el
grupo opta por abandonar el lugar –lo cual es tomado como inicio de las
hostilidades por Varela, cuyas órdenes ya eran muy precisas- y dirigirse a
Cañadón León. Hay que estar allí para apreciar las enormes dimensiones de esa
geografía. Varela y Anaya los persiguen por dos lugares distintos y el primero
alcanza a la retaguardia de la columna y los lleva a la Estancia Bella Vista
-es el primero de diciembre de 1921- y, sin comer, los tendrán hasta el día
siguiente, en que serán fusilados en el lugar en el cual estamos ahora. Se
trata de un pliegue del terreno que lo hace bastante oculto. Allí fusilaron al
menos entre 40 y 50 huelguistas, número
que varía según las fuentes, ya que la de los anarquistas indica un número
mucho más elevado.
El
lugar es sobrecogedor y es posible imaginar la escena. Una cruz se erige en un
punto elevado y un mástil indica las nacionalidades de los caídos. Es el grupo
que viene trabajando en el tema el encargado de colocar los letreros
informativos y mantener la integridad del espacio, cuyo camino de acceso
permanece cerrado por una tranquera por tratarse de un lugar privado.
Cada
localidad (Fitz Roy, Tres Cerros) es a la vez una referencia en el libro y un
hecho mencionado en su texto que narra las circunstancias por las cuales fueron
fusilados obreros. La charla es intensa. Hablar de las huelgas es entrar en un
modo de vida, de explotación y de lucha, de nombres y de circunstancias,
antiguas y recientes. Debido al estado de los caminos de los circuitos rurales,
no será posible hacer otros pero Bety rápidamente me brinda contactos de guías
en San Julián, Puerto Deseado y Jaramillo y mucho material.
Puerto San Julián, Jaramillo, Puerto
Deseado
El
tiempo es muy poco, las etapas son muy largas, las sensaciones muy intensas. De
pronto, el clima mejora, justo cuando me encamino hacia Puerto Deseado previo
paso por dos lugares.
En
Puerto San Julián hay un circuito de la memoria y el punto que más me interesó
fue el prostíbulo La Catalana, donde
Consuelo García; Ángela Fortunato; Amalia Rodríguez; María Juliache y Maud
Foster se negaron a atender a los soldados:
El suboficial y los conscriptos lo
toman como un insulto […] Pero ahí salen las cinco pupilas con escobas y los
enfrentan al grito de “asesinos
porquerías”, “con asesinos no nos acostamos”.
La palabra asesinos deja helados a los
soldados.
(Bayer, Osvaldo, Los Vengadores de la Patagonia Trágica, Editorial Galerna, Buenos
Aires, 1972, Tomo II, pág. 358)
Sin medir las consecuencias,
tuvieron el valor de llamar de frente asesinos a los soldados, porque lo que
sentían era mucho más fuerte que cualquier temor por lo que podría pasarles: justamente,
sus nombres están tomados de la actuación policial, porque fueron detenidas por
eso.
En Puerto Deseado visité la estación ferroviaria, que
funciona como museo y la plaza donde se encuentra el coche 502, uno de los
vagones de ferrocarril donde se desplazó Varela y que aparece en la escena del
combate de Tehuelches, en la película. En 1980 fue vendido para desguace por
una fundación donde estaba la esposa del entonces presidente de facto Videla;
sin embargo, cuando, ya comenzada la operación de desarme e iba a ser retirado
del terreno donde se encontraba, una vecina atravesó su Fiat 600 al paso del
camión que llevaba al coche y varios vecinos frustraron la maniobra. Finalmente
el coche fue expropiado por el Municipio y, luego de su restauración, colocado
donde se está hoy.
Entre Puerto San Julián y Puerto Deseado se encuentra
Jaramillo, con el museo dedicado a Facón Grande. Su encargada, Vilma
Huentelican lo abrió especialmente para mí.
Una historia sin
final
Desde hace 16 años Vilma trabaja en la Comisión Provincial
de la Memoria y la Mesa Provincial de Huelgas Patagónicas. La estación sede del
museo era parte de una red ferroviaria de la cual, con la de Puerto Deseado, son
las únicas sobrevivientes. Debió ser totalmente restaurada a las condiciones en
que se encuentra hoy. Se trata de un museo interactivo, al cual los visitantes
pueden entrar –gratuitamente- de modo remoto y acceder a la guía personal de
Vilma, en tiempo real. Está pensado en gran medida en los escolares y – señala
Vilma- “soy yo quien debe poder acceder a ellos en sus herramientas digitales y
no a la inversa”.
El ambiente no solo nos lleva a una estación de
principios del siglo XX sino que sus espacios tienen una organización muy
precisa: uno de ellos tiene las dimensiones –cuatro metros por cuatro- de los
camarotes donde, sobre cueros de oveja, debían dormir 14 peones en turnos que
se estima que duraban tres horas.
Las condiciones eran tales, reflexiona, que cuando
pudieron vivir un momento de libertad se produjeron hechos violentos. En un
mismo lugar geográfico conviven descendientes de los estancieros y de los
fusilados en un antagonismo siempre abierto.
Le pregunto las razones por las cuales, con una cifra
comprobada de 291 fusilamientos, se habla de la cifra de 1.500. Me explica que
los peones debían tramitar una libreta ante la autoridad policial y presentarla
en las estancias. La diferencia entre las emitidas y las efectivamente
presentadas en las estancias luego de la huelga de 1921 nos hace llegar a esta
cifra: el ejército quemaba la documentación de los fusilados, les quitaba los
quillangos en los que dormían y se quedaba con su dinero (en el caso de Facón
Grande, al ser fusilado llevaba una fuerte suma de entre dos y tres mil pesos
de entonces). Pero hay algo más: el alto número de chilenos indocumentados. De
este modo, la cifra real de fusilados es imposible de establecer. La población
total del territorio de Santa Cruz (aún no era provincia) alcanzaba entonces a
17.000 personas; de este modo, el número de fusilados fue de alrededor de un 10
% de la población de entonces.
El dolor, la frustración y el silencio fueron tales que
nadie se atrevió a hablar más del tema. A hijos del chofer Luís Rogelio
Ramírez, fusilado solamente por haber llevado a los dirigentes Outerello y
Descoubiere, se les había hecho creer que el padre se había ido con otra mujer.
Bayer se dedicó a buscar y a esclarecer a muchas personas, como la familia de
Ramírez, sobre el verdadero destino de aquellos ausentes.
Una vez se presentó en lo de la hija de Antonio Soto –el
líder del grupo sur, que había conseguido huir a Chile- y llamó a la puerta de su
casa. Ella ignoraba tanto la actividad anterior de su padre como las
circunstancias por las cuales él había debido huir, así como que la existencia
de hermanastros en Argentina.
La historia no se queda en los libros ni en la película
sino que crece: lo hace en situaciones como éstas y en el plano de lo
simbólico: Al principio –hasta la publicación del resultado de los diez años de
investigaciones de Bayer, era el silencio. Luego fue la polémica, las amenazas
y el exilio. En el museo de José Font hay un grupo escultórico de Miguel
Jerónimo Villalba que representa el fusilamiento de Facón Grade y a Osvaldo
Bayer. El 24 de marzo pasado, la escultura de Osvaldo Bayer de Villalba,
emplazada a la entrada de Río Gallegos, fue destruida por la Dirección Nacional
de Vialidad. La violencia simbólica abre otro capítulo de esta eterna historia
sin cerrar.
A partir de la sustanciación de la causa FCR nro.
9563/2021, en aplicación de las normas de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en orden a los arts. 1, obligaciones de los Estados, 2do.,
deber de adoptar las disposiciones de derecho interno y 25, protección legal,
en orden al derecho al conocimiento de la verdad, fue abierto el proceso por el
derecho a la verdad, que se encuentra en pleno desarrollo pero cuyo trámite, en
este escenario, se dificulta.
Lo que parecía la cima era solo un accidente más, para
superarlo es necesario seguir escalando una montaña cuya cima parece
inaccesible y cuyo ascenso demanda más y más lucha.
La lucha contra los elementos subsiste y hay que oponerle
la decisión de estar persiguiendo un gran propósito.
Eduardo Balestena.
09/10.04.2025
Acceso al museo interactivo
de Facón Grande, en Jaramillo
https://www.spatial.io/s/Museo-de-Jaramillo-2023-64e42660352773c68b5c9418?share=0
Flyer del museo
https://www.instagram.com/reel/DHMYqGPpjiX/?igsh=bW4xMnQyaGJmeDZq
https://www.instagram.com/reel/DHcFs6dJ-lV/?igsh=MW9lMjJvdXJiaXB6Mw==